Hace años, en un trabajo conjunto en el Insti, al que han ido mis hijas, se hacía una encuesta entre estudiantes sobre algunas cuestiones fundamentales. Disculpen si no recuerdo con exactitud los datos precisos del tema. Recuerdo que se votaba sobre qué era lo más importante para los estudiantes del Insti. Surgieron cuestiones como TRABAJAR, ESTUDIAR, APROBAR...Y entre otras; RESPETO. Los estudiantes hicieron sus aportaciones y defendieron posturas ante las propuestas. Curiosamente, ganó RESPETO.
Traigo esta reflexión sobre el tema, porque creo que debemos revisar nuestra escala de valores humanos; esos valores que nos otorgan la propiedad del título de PERSONA. Y la traigo, porque resulta evidente que la práctica de RESPETO, ha perdido valor en mitad de la sociedad deshumanizada a que nos vemos abocados. Las consecuencias que se dirimen de todo esto, las tenemos bien presentes cada día, en cada lugar, en cada situación.
El incendio en Canarias, al parecer, se debió a una falta de respeto; la falta de respeto al medio, la falta de respeto a las abejas, la falta de respeto a la naturaleza...No es una sola falta de respeto, es una absoluta falta de respeto. Si nos trasladamos al otro lado del mundo, el Amazonas arde por una falta de respeto absoluta también; falta de respeto a la naturaleza, a los animales, a los indígenas que pueblan esas selvas, a la vida en el planeta. Lo mismo ocurre en África, en Siberia, en Groenlandia. Estamos faltando el respeto a todo, del mismo modo y con la misma naturalidad conque faltamos al respeto a los demás, cuando conducimos hablando por teléfono, cuando tiramos una colilla por la ventanilla, cuando nos deshacemos de un envase de plástico en un entorno natural.
No se nos ha enseñado a valorar el RESPETO, como base fundamental de convivencia sostenible, todo a nuestro alrededor se ha hecho vulnerable a la presencia humana, nunca nos hemos puesto los límites del inevitable RESPETO.
Si hubiéramos hecho los deberes en éste asunto; a día de hoy, nuestros mayores serían seres respetados y por consiguiente, atendidos adecuadamente en las residencias a las que se ven obligados a recurrir al final de sus días. Lo mismo o peor pasa con aquellos que ni siquiera pueden acceder a los servicios de estas residencias (hubo un tiempo en que fueron públicas). De forma que, aquellos que dieron toda su existencia para procurarnos lo mejor en nuestras vidas; hoy, se ven despreciados y relegados a sufrir lentamente la agonía de sus últimos años de vida.
Si nos vamos al extremo opuesto en edad, no son nuestros niños los más respetados; nunca les hemos tenido en cuenta, sólo procuramos su bienestar; pero no tienen ni voz ni voto en ninguna de las cuestiones que les atañen directamente. No se les oye, no se les otorga la oportunidad de ser en base a sus cualidades, no se les potencia, no se les ofrece futuro, no se les muestra RESPETO. Se les manipula para obtener piezas válidas para el engranaje social y económico; sólo son válidos aquellos que pueden resultar productivos para un sistema extractivo y depredador; los demás, son meros comparsas si consiguen obtener la etiqueta de útiles para el sistema y, de los sobrantes, no hablamos siquiera.
Entre uno y otro extremos, nos movemos una buena parte de personas, que por acción o su opuesto, venimos obviando el RESPETO, que nos merecemos unas a otras y todas a aquello que nos cobija a diario. Los ejemplos son bien visibles cuando hablamos de derechos humanos, a los que estamos faltando por sistema, siendo el sistema, el que más propicia que se produzcan los fallos. Aquí hay una larga lista de damnificados: Derecho al Trabajo, Derecho a la Salud, Derecho a la Vivienda, Derecho a la Educación, Derecho a la Libre circulación, Derecho a la Libertad, Derecho a una Vida Digna, Derecho a Expresarse en Libertad. Lo que podemos observar a nuestro alrededor, es Paro, un sistema de Salud que excluye a los más débiles o los sitúa en interminables listas de espera; un sistema Educativo que prima a los que más pueden, en detrimento de las clases menos favorecidas; una vergonzosa política que deja en la calle a multitud de personas; un sistema que impide dar socorro a personas que cruzan el Mediterráneo o a los Espaldas Mojadas mejicanos y los balseros sudamericanos; persecución sistemática de aquellos excluidos sociales que intentan sobrevivir a través del Top Manta, Gorrillas, o recurriendo a la caridad; persecución sistemática también, de aquellos que se expresan en libertad, periodistas o raperos, manifestantes pacíficos y personas a las que les está sobrando opresión o mentiras.
En ésta Región, lo del RESPETO siempre se ha llevado al extremo de la confusión. Se ha respetado al poderoso; pero no a quienes le aupaban al poder. Poco respeto se tuvo por los mineros que trabajaron durante siglos en las minas de la Sierra de La Unión, mientras se colmataba la Bahía de Portmán, la mayoría de ellos vivía miserablemente; los señoritos a tutti plen, buenas residencias en lugares privilegiados, buenas vituallas, buenos teatros y sus putas correspondientes; para los demás, contaminación, extorsión, esclavitud, enfermedad, muerte...Y ahora, a pagar lo que contaminaron las empresas de los señoritos. Poco respeto se ha tenido con un Mar Menor al que se le ha extraído lo mejor de la pesca que tuviera en otras épocas, lo mejor de su entorno, lo mejor de los huertecicos que había alrededor, sus mejores playas. Sin tener en cuenta que todo tiene un límite, que no se puede someter a un espacio como el Mar Menor, a las presiones urbanísticas que han proliferado en sus márgenes, ni la agricultura intensiva a la que se han sometido los terrenos que le circundan. El mismo poco RESPETO, con el que hoy nos dicen que van a abrir comisiones de estudio, prometen soluciones que sólo agravan su estado, o, miran para otro lado.
Poco RESPETO muestra la sociedad a la que nos ha conducido el sistema con las mujeres, a las que asesinan sus parejas, sus novios, algún psicópata. A las que violan sus parejas, algún psicópata. A las que pagan menos sus jefes, algún psicópata. A las que insultan a diario los medios y políticos psicópatas; obviando su situación y sus demandas.
Poco RESPETO se ha tenido nunca con el colectivo LGTBI, al que aún se le sigue considerando una desviación de la naturaleza, una rareza, una anormalidad, por los mismos psicópatas del párrafo anterior.
El RESPETO, institucional es una clara muestra de hacia dónde se dirigen las intenciones del sistema; lo podemos ver en estos días en el Congreso de los Diputados, nuestro Parlamento español; que está perdiendo el Par para quedarse sólo en Lamento, gracias al lamentable espectáculo de derechas, derechitas, derechonas, centros de arriba y abajo, izquierditas, izquierdosas e izquierdotas. Un verdadero lodazal dónde sólo los más guarros, disfrutan de enmierdarlo y enmierdarse.
UN RESPETO
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